sábado, 27 de septiembre de 2014

El Castillo de Chapultepec



Chapultepec, voz de la lengua náhuatl: “tepetl” – cerro, y, “chapulín” – saltamontes; es el cuerpo en el que se asienta el Castillo, que ha sido escenario de grandes acontecimientos que han forjado la historia de nuestro país.

Quizás, fue nombrado así por la abundancia de saltamontes en sus parajes, o, tal vez, porque a la distancia, el perfil del cerro asemeja la forma de una langosta.

En la época prehispánica sirvió de morada a los toltecas y mexicas, pues la formación de manantiales al pie del cerro, permitió que el lugar fuera utilizado como sitio de veneración. El chapulín fue además símbolo de nobleza. Pequeños saltamontes de oro, adornaban los penachos de los gobernantes aztecas.

En el siglo XVII, el entonces virrey Bernardo de Gálvez inició en la cima del cerro la construcción del que después sería el Castillo de Chapultepec, pero falleció antes de ver construido su palacio.

Apenas declarada la independencia el viejo y derruido palacio fue reconstruido y acondicionado para establecer en 1843 el Colegio Militar. El Castillo de Chapultepec fue escenario de uno de los capítulos más emblemáticos en la historia de México: la batalla final de la guerra entre México y Estados Unidos, cuando las tropas de este último, asaltaron el Castillo el 27 de agosto de 1847.

Durante el Segundo Imperio Mexicano, el castillo fue habitado por los emperadores Maximiliano y Carlota. Esta residencia imperial fue decorada con muebles de fabricación europea, así como con retratos, esculturas, tapices, alfombras, y ornamentos; muchos de los cuales se conservan hasta nuestros días.

"Construir castillos con terrazas ajardinadas", ésta fue la definición de felicidad que Maximiliano expresó en alguna ocasión. El jardín se instaló alrededor del torreón bordeado por corredores con techos ligeros sostenidos sobre columnas de hierro.

Las Bacantes, sacerdotisas de Baco, adornan las terrazas superiores. Son figuras femeninas al estilo pompeyano, fueron realizadas en 1866 a solicitud de Maximiliano, dan el tono romántico con en que quiso envolver al alcázar de un ambiente cortesano.

El castillo se comunicaba con la Ciudad de México a través de la Calzada de Chapultepec y la Calzada de la Verónica. Para agilizar el traslado, se construyó el Paseo del Emperador, que iniciaba en la entrada del bosque, y remataba en la glorieta del monumento conocido como El Caballito. El Paseo del Emperador, fue nombrado Paseo de la Reforma después de la caída del Imperio; y hacia 1875, el presidente Lerdo de Tejada, lo mandó adornar con árboles, glorietas y bancas.

Tras la llegada de Porfirio Díaz al gobierno en 1876, y durante su largo gobierno, el alcázar se acondicionó para ser la residencia oficial del Presidente por aproximadamente medio siglo.

Los salones recibieron en varias ocasiones a los diplomáticos de otras naciones, donde gozaban de la hospitalidad de la familia presidencial. Entre éstos destaca el salón de embajadores, el cual fue decorado con elementos neoclásicos. El mobiliario estilo Luis XVI procede de Francia, y fue lugar de recepciones ofrecidas por la familia presidencial a diplomáticos.

Digno de mencionarse es también el salón de vitrales, los cuales fueron fabricados en París y colocados en el corredor oriente del alcázar hacia 1900. Cada uno representa figuras mitológicas: Pompona (Diosa de las cosechas), Flora (representante de la belleza y las flores que abren en Primavera), Hebe (portadora del néctar divino que otorga la eterna juventud), Diana (Diosa de la caza y la fertilidad) y Ceres (Diosa de la agricultura).

Finalmente en 1939, el general Lázaro Cárdenas, donó el castillo al pueblo mexicano, y lo destinó para que funcionara como museo. Desde entonces, el Castillo de Chapultepec, y las colecciones que en él se conservan, investigan, exhiben y difunden, forman parte del patrimonio histórico y cultural de la nación, ya que actualmente es la sede del Museo Nacional de Historia.


miércoles, 24 de septiembre de 2014

Artistas en el exilio, los surrealistas en México. (Pt.2)


 

El primer surrealista que llegó a México fue el poeta Antonin Artaud en 1936, Breton arribó dos años más tarde, y definió al país como el más surrealista del mundo. La crítica no recibió de buena forma a Breton y a su corriente artística, por lo que pronto se trasladó a Estados Unidos. Sin embargo, sí había un interés en el Surrealismo por parte de los círculos de intelectuales y revistas de divulgación.

Mientras Breton trataba de reorganizar al grupo surrealista en Nueva York; a México llegó un grupo de artistas de esta misma corriente entre los que se encontraban Remedios Varo, Wolfgang Paalen, Benjamin Péret, Leonora Carrington, Luis Buñuel, Alice Rahón, César Moro, Edward James, Katy y José Horna entre otros.

Tras la partida de Breton el surrealismo literario dejó de trabajarse en el país, sólo Alice Rahón y César Moro publicaron textos. Fue la pintura el principal campo de expresión de dicho movimiento en México. Incluso antes de la llegada de dicha vanguardia, ya había artistas mexicanos que tenían tendencias similares a las que el movimiento postulaba.

México fue el primer país latinoamericano en el que se llevó a cabo una exposición surrealista, organizada por Wolfgang Paalen y César Moro. Se llevó a cabo en la Galería de Arte Mexicano en enero de 1940. Roberto Montenegro, Manuel Rodríguez, Antonio Ruiz, Diego Rivera y Frida Kahlo, a quien Breton consideró la primera surrealista mexicana, fueron algunos de los pintores mexicanos quienes expusieron alguna obra en la exposición.

Wolfgang Paleen fue una figura fundamental del surrealismo en México. Dejó el movimiento en 1941 para volver en 1952. Sus años en México están reflejados en sus obras a las que integró elementos precolombinos. Su última exposición se realizó en la Ciudad de México en 1958, Paalen murió un año después.

Por su parte, Agustín Lazo, María Izquierdo y Frida Kahlo, Manuel Alvarez Bravo, Octavio Paz y Alberto Gironella, son considerados los verdaderos surrealistas mexicanos.

Con el fin de la guerra, muchos artistas regresaron a Europa a pesar de que las vanguardias a las que pertenecían ya habían sido rebasadas, e incluso, ya existían nuevos movimientos basados en la filosofía existencialista de la posguerra. Otros se quedaron en el país que los había acogido, tal fue el caso de Remedios Varo, Alice Rahon y Leonora Carrington. Mientras tanto, en México, el surrealismo se desvaneció. A pesar de dicha debacle, la influencia del surrealismo sigue latente en el arte de la actualidad, ya que como la propia Remedios Varo expresó, la esencia del surrealismo es inherente al hombre.

[Imagen 1: Alice Rahon, "Mesuline"]
[Imagen 2: Remedios Varo "Naturaleza muerta resucitada"]

jueves, 18 de septiembre de 2014

Antonio López de Santa Anna, el Héroe Trágico (Pt.2)



[versión editada del texto original]

Ocurre que en el mundo de la tragedia griega se nos presenta un doble panorama. Por una parte, las fuerzas enfrentadas y sus conflictos, que son con frecuencia las del héroe; del otro lado, el espíritu con que son juzgados estos conflictos y la búsqueda por hallar a aquellos que por sus virtudes y su valentía se convierten en héroes y aquellos que por sus vicios y su arrogancia cayeron en desgracia
Carlos María de Bustamante pensaba que Antonio López de Santa Anna había contado siempre con la fortuna de un pícaro, pero en la guerra solo estuvo el pícaro, esta vez,lleno de infortunio. Santa Anna decía que la falta de fortuna era buena porqueera el crisol de las naciones, y la grandeza de la mexicana nunca sería másgrande que cuando luchara contra el destino para arrancarle la victoria que Dios y la justicia prometen.

Existe evidentemente la tragedia de destino, como la tragedia en que se expía un pecado que tiene una vigencia, por decirlo así, autónoma; existe también una tragedia en que el hombre llega a desintegrarse en un mundo hostil, sin que se vea el sentido de su sacrificio. En todo caso, decimos, su característica es la acción; la misma palabra δράμα (drama) significa acción. Nada más lejos, pues, del héroe trágico griego que el ser víctima resignada de un destino adverso ante el que huye, o víctima pasiva en un mundo incomprensible ante el que apenas trata de defenderse.

Pero precisamente de su acción, en este caso y en los demás, viene su sufrimiento; porque junto a la nobleza y la decisión ante la acción es el sufrimiento el tercer rasgo común del héroe trágico. Y es también el más general, ya que es el único que ha quedado indisolublemente asociado al concepto de lo trágico en todas las centurias. El sufrimiento puede estar al fin: muerte o desgracia del héroe vencedor, miedo y dolor no son más que dos reflejos del sufrimiento humano, no aisladamente el uno del otro, pues el miedo y la angustia son el presentimiento de la ruina, son la conciencia de la falta también.

No ha de haber sólo acción y sufrimiento, sino también, como dijimos al principio, interpretación de esa acción y ese sufrimiento. Pero esta presencia del dolor y de la muerte no paraliza nunca la acción del héroe. En el mito de la Ilíada, Héctor afrontará la muerte fuera de la muralla por no humillar su honor ante los troyanos; y Aquiles, que sabe que la muerte le espera, no se abstiene de dar satisfacción a su venganza.

La tragedia, como hemos anticipado, representa un avance en este terreno; intenta casi siempre establecer la causa de las cosas, ya sea apoyándose en el concepto de la justicia agraviada, ya en el del orgullo del hombre que —a veces sin conciencia de ello— se sale de sus límites. Al menos, es común que sea la acción humana en general y no un componente aparte, diabólico, de ella, la que provoca el sufrimiento. Y también que, pese a ello, la acción sea aceptada como inseparable del hombre superior.

Lorenzo de Zavala, dice atinadamente de Santa Anna: Es un hombre quetiene en sí un principio que impulsa siempre a obrar, y como no tieneprincipios fijos, ni un sistema arreglado de conducta pública, por falta deconocimiento, marcha siempre a los extremos en contradicción consigo mismo. Nomedita las acciones ni calcula los resultados. Se podría agregar a esta descripción el deseo de poder y gloria que compartían soldados y criollos, y Santa Anna fue ambos a la vez.

La ambigüedad del caudillo dio lugar a muchas sospechas y no era un secreto para los que lo describieron hacia 1847. Bustamante lo vio como un fenómeno de la especie humana, pero también como un hombre que seplegaba a las circunstancias. Le parecía que todos los de su tiempo sabían lo que había sido Santa Anna desde 1822, y lo que acabaría siendo alentregar a México. Dijo, al citar a unos "extranjeros" que Santa Anna era el héroe de cuarentaderrotas.

Fue a partir de la invasión que México sufrió por parte de Estados Unidos, entre 1846 y 1848, que se conserva una emoción colectiva respecto a Antonio López de Santa Anna, una  que sostiene que traicionó a la patria. Esta percepción provino de la acusación pública que hizo el diputado Ramón Gamboa en 1847. Así, dice Gamboa:

Meanima, pues, el íntimo convencimiento que tengo de que México si dobló sucerviz al yugo y si puso sus manos y pies para recibir las cadenas delamericano, esto no fue debido, como dice el General Santa Anna, á la infamia ycobardía de nuestro Ejército y á la ruindad y vileza del pueblo mexicano, sinoa S.E. mismo, que estaba puesto á la cabeza y que gobernó toda defensa. 
[Ramón Gamboa, impugnaciónal informe de Exmo. Sr. General D. Antonio López de Santa Anna y constancias enque se apoyan las ampliaciones de la acusación del Señor Diputado D. RamónGamboa. 15 de Julio de 1849].

Dichas acusaciones fueron las que fácilmente abrigaron las llamadas clases populares. La otra interpretación dice que no entregó a la patria. No deja de ser interesante recordar las percepciones de aquellos que han escrito sobre Santa Anna, por ejemplo, José María Roa Bárcena, porque aunque él sostenía la notraición, consideraba que el punto de vista de sus opositores era patriota e inteligente.

Guillermo Prieto señaló que Santa Anna era un hombre que estaba enteramente fascinado; que era despreciativo con la voz de la ciencia; que exigía la humillación de los quelo rodeaban y que era inaccesible a la razón y a la ingenuidad. José María Roa Bárcena lo vio como un hombre inclinado desde su juventud a los ardides y las mentiras.

Lucas Alamán, en varias cartas, escribió de nuestro personaje que era derrotado en todas partes, mientras los periódicos lo insultaban y se mofaban de él, asunto que lo hizo carecer de todo prestigio y arrastrar una triste existencia en la presidencia. También dijo que Santa Anna era un hombre aquien no le chocaba nada, caer en las más chocantes contradicciones entreconducta y palabras. Dijo que en el México de finales del decenio de los cuarenta se vivía una total inseguridad y desconfianza de todo lo que provenía del gobierno. Agregó que se conocía a los que mandaban por la calificación de quién era peor, y que todos sedejaban despiadadamente robar de ellos".

El general Santa Anna desde un manifiesto a los mexicanos fechado en San Luis Potosí el 26 de enerode 1847, vindicó su conducta y se opuso a que se le considerara un traidor. Dijo estar dispuesto a renunciar al mando del ejército y fue de la opinión que había que continuar la guerra para garantizar la existencia de la nación. Dos meses después, al protestar como presidente interino exhortó a la unión para proseguir la guerra y salvar así la independencia y el honor de México. Después de sus sonadas derrotas, el 16 de septiembre de 1847 al presentar su renuncia a la presidencia de la república, Santa Anna lo llamó un manifiesto día funestísimo para la nación. Dijo que tanto al recibir el poder como al dejarlo no había aspirado más que al bien de su carapatria. Reconoció haber cometido errores en el desempeño de sus obligaciones, pero pidió que estuvieran seguros de que sus deseos y sus esperanzas no habían conocido otro estímulo que,

 el noble de sostener el rango de nación en que vi la luz primera y que me ha colmado de honores y beneficios.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Orgullosa de sí misma Se levanta la ciudad de México-Tenochtitlan.



Orgullosa de sí misma
Se levanta la ciudad de México-Tenochtitlan.
Aquí nadie teme la muerte en la guerra.
Ésta es nuestra gloria.
Éste es tu mandato.
¡Oh Dador de la vida!
Tenedlo presente, oh príncipes,
No lo olvidéis.
¿Quién podrá sitiar a Tenochtitlan?
¿Quién podrá conmover los cimientos del cielo...?

Con nuestras flechas,
Con nuestros escudos,
Está existiendo la ciudad
¡México-Tenochtitlan subsiste!

Fragmento de poesías aztecas - "desde donde se posan..."