Un sentimiento fervoroso y entusiasta me ha llevado a través de estos años a la investigación de uno de los personajes más importantes de la historia de nuestro país, Antonio López de Santa Anna. Hablar de este veracruzano causa opiniones encontradas, pues no existe acuerdo respecto de su grandeza o de sus deméritos acreditados durante los largos años en que fuera el hombre imprescindible en la vida de la nación.
Hablar sobre Santa Anna hoy en día es hablar sobre un punto de la historia de México muy contradictorio. Criticado y odiado por haber sido "responsable" de la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, fue en su momento juzgado, pero dejar de lado que el pueblo mismo fue quien le dio el poder varias veces sería una gran contradicción a nuestra democrática nación; muchos olvidan que la Guerra contra Estados Unidos fue una Guerra perdida desde el inicio, México hubiese perdido la Guerra, con o sin
Hablar sobre Santa Anna hoy en día es hablar sobre un punto de la historia de México muy contradictorio. Criticado y odiado por haber sido "responsable" de la pérdida de más de la mitad del territorio nacional, fue en su momento juzgado, pero dejar de lado que el pueblo mismo fue quien le dio el poder varias veces sería una gran contradicción a nuestra democrática nación; muchos olvidan que la Guerra contra Estados Unidos fue una Guerra perdida desde el inicio, México hubiese perdido la Guerra, con o sin
Santa Anna.
Sin embargo, no era un hombre que buscara fortuna, sino el prestigio y el reconocimiento público. Era un hombre singular, no tenía una visión estratégica, ni era un gran general, pero poseía una personalidad extraordinaria y sabía cómo tratar a la gente. Sabía atraerla porque tenía una cualidad carismática para hacerlo.
Renato Blumenberg, biógrafo de Antonio López de Santa Anna decía:
Don Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna fue un gran vivillo en un mundo de vivos; un sociópata entre sociópatas, un enfant terrible como Napoleón o Alejandro, un abusado sin frenos ni límites. Muchos mueren en batalla y por eso son héroes; pero muchos se salvan en las batallas y son los que, casi sin querer, sucumben a la dulce ignominia del poder y se convierten en villanos.
En este pasaje tan aguerrido de la historia, cuando México independiente trataba de progresar y vivir en paz. Antonio López de Santa Anna, un personaje tan controversial, carismático y ávido de poder, pero así mismo tan importante en la vida de nuestro país, este hombre, dejo una huella invaluable a su paso.
Era una persona poco escrupulosa, recibía favores de mujeres muy bellas de todos los niveles sociales, supo aprovechar el momento y vivirlo. ¿Por qué juzgar esta ambición tan desmedida por obtener el poder? ¿Por qué preguntarse si fue héroe o villano? Era una época en que la gente tenía el valor de lograr sus objetivos, no importaba a que costo.
Las acciones realizadas por Santa Anna al enfrentar cruentas batallas, algunas veces con aciertos y otras con desaciertos, fue su modo de actuar, de conseguir aquello por lo que estaba luchando. Ávido de poder, busco y logro la presidencia del país; en once periodos, trato de dirigir el gobierno, el cual estaba tan fracturado y en una difícil situación.
Un triste final para quien defendió un gobierno que para la época no era el mejor, no importaba la pérdida de sus miembros, ni los ejércitos derrotados, solo el gobierno de su país, que lo llevo a ser recordado por sus buenos actos pero también por los errores.
Su “Alteza serenísima” fue el único que demostró la fuerza e integridad para gobernar un país tan ingobernable en su tiempo. Llevando a cuesta una carga, la cual ha sobrellevado con mucho carácter en la empuñadura de su espada atraves de los años y que no ha salido triunfante.
El disgusto contra Santa Anna se ha agraviado a través de los años. ¿De dónde nace y hasta qué punto este arrebato es correcto?, solo aquel que haya estado atento a la marcha de los sucesos y el que reúna a la vez el conocimiento íntimo de lo que fue, es aquel que podrá afirmar lo que objetivamente es Antonio López de Santa Anna.
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